Reflexiones Finales
Lo narrado hasta aquí nos conduce a recuperar el concepto de Heterotopías como un lugar privilegiado donde la yuxtaposición espacial de diferencias (espacios alquilados, aulas compartidas-ferrocarril-galpones-mercado-mall-organización inteligente) es capaz según lo expresa Foucault, de favorecer la apropiación del emplazamiento frente a la normalización provocada por el poder a través de aquellos otros espacios de disciplinamiento (2008). En este sentido, la posibilidad de habitar espacios especializados implicó en un tiempo, romper con la tradición de los profesorados que en los márgenes espaciales y temporales compartían sus aulas con otras instituciones cuyas condiciones edilicias no ofrecían ni los requerimientos básicos ni específicos para trabajar con adultos. Sin embargo, en el caso del normalismo, esas instituciones se consideraron importantes monumentos, símbolo del progreso, desarrollo e ilustración. En esta contracara entre lo nuevo y lo viejo, nos preguntamos retomando la entrevista de Rabinow a Michael Foucault (1982), si la arquitectura puede producir efectos positivos de poder cuando las intenciones liberadoras del arquitecto (del ideólogo) coinciden con la práctica real del ejercicio de la libertad de la gente: Los hombres han soñado con máquinas liberadoras, pero no hay por definición máquinas de libertad, pero esto no puede funcionar si no hay cierta convergencia, funciona como efecto contrario, con sus funciones panópticas, como instrumento de disciplina y presión intolerable. En última instancia, “la libertad es una práctica. Nada es funcionalmente liberador” (Bifurcaciones, 2015).
En este sentido, podemos afirmar que cada uno de los que habitaron los distintos espacios que hemos analizado en todas sus dimensiones, habrán experimentado descubrimientos, concretado sueños, lecturas, viajes, frustraciones a partir de los cuales se habrán sentido más o menos libres en relación al oficio de ser docente.
Sin duda estas relaciones con el espacio material y simbólico adoptaron formas variadas y devinieron en lo que podríamos denominar tomando a Foucault “Heterotopías”, “contra-emplazamiento”, que se distinguen de la utopía porque aquella desempeña el papel “de erigir un espacio ilusorio que denuncia como más ilusorio todavía el espacio real, o por el contrario, erigen un espacio distinto, otro espacio real, tan perfecto, tan exacto y tan ordenado como anárquico y revuelto (…)” (Foucault, 2008: 5).
Los espacios de debate y los espacios reclamados, los yuxtapuestos y los marginados e incluso los espacios re-funcionalizados dan cuenta de las experiencias y las vinculaciones de quienes denunciaron, demandaron, fundaron y hasta incluso tuvieron la ilusión de re- fundar la FD.